
Actualizado el jueves, 21 noviembre, 2019
La ciudad sumergida de Bayas
Una de las visitas más curiosas del Golfo de Nápoles, a nivel arqueológico, es la ciudad romana de Bayas o Baiae, ubicada en la costa noroeste del golfo.
Bayas era un destino costero idílico, un rincón vacacional famoso por su excelente localización y sus aguas minerales medicinales que según las crónicas fueron probadas por Julio Cesar, Nerón o el mismísimo Calígula. Pero no hablamos de un simple balneario. Bayas era un centro célebre por su permisividad moral y la propensión a la lujuria de sus visitantes, una especie de ciudad del pecado.
En palabras del erudito romano Marcus Terentius Varro, en Bayas «las mujeres solteras son propiedad común, los hombres viejos se comporta como jóvenes y los jovencitos actúan como jovencitas». Imaginemos por tanto el estilo de vida que se desarrollaría en este resort veraniego.
Pero la gran curiosidad de Bayas es que hoy es una ciudad romana sumergida en el mar. La misma actividad volcánica que proveía a las ciudad de aguas termales medicinales provocando su éxito como resort turístico de las clases privilegiadas romanas, acabó sumergiéndola bajo las aguas por acción del fenómeno vulcanológico conocido como bradismo, debido a variaciones de volumen de una cámara magmática cercana a la superficie que se vacía y se llena provocando el hundimiento repentino de una zona.
Bayas quedó sumergida a varios metros de profundidad y ello nos regala hoy unas estampas inusuales y evocadoras, de ciudades perdidas bajo las claras aguas del mar Tirreno. Este cataclismo, ocurrido en el siglo XVI, dejó a Bayas como un fantasma de tiempos pasados, pero es hoy un interesante reclamo para buceadores o para turistas en general que disfrutan de los restos arqueológicos gracias al suelo de cristal de embarcaciones de paseo.
Algo más que un resort de playa
Como hemos comentado, Bayas era mucho más que un simple destino de sol y playa. A finales de la República romana y principios del Imperio, era uno de los lugares más frecuentados en las vacaciones de los miembros más destacados de la aristocracia romana, con visitantes tan ilustres como Julio Cesar, Nerón, Calígula, Augusto, Pompeyo el Grande, Marco Antonio o Séptimo Severo, muchos de los cuales construyeron villas en la zona.
En una de esas villas tuvo lugar uno de los acontecimientos más célebres de la historia de Roma, cuando Nerón ordenó la muerte de su madre Agripina. Adriano murió en Bayas y célebre fue el puente que construyó Calígula entre Bayas y Pozzuoli. Se dice incluso que Cleopatra estaba en Bayas en la fecha de la muerte de Julio Cesar.
Un viejo recuerdo
Los días dorados de Bayas terminaron con las invasiones bárbaras y musulmanas a partir del siglo VIII. En el siglo XVI, el mar Tirreno se tragaría la ciudad.
Hoy se puede visitar desde el puerto vecino mediante embarcaciones con suelo de cristal o contratando un paseo con alguna empresa local de submarinismo. Merece mucho la pena. Verás carreras pavimentadas con edificios en sus flancos, bonitas villa con sus mármoles, fuentes y esculturas. Mosaicos casi intactos, tan solo cubiertos de algas y en general bellas estructuras que son hoy el hábitat de la fauna marina local.
Entre los restos que quedaron fuera del agua, no te pierdas los templos, principalmente el de Mercurio, Venus o Diana
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